martes, 2 de mayo de 2017

lo que logró la lucha feminista, por shorshu

Me da un poco (mucho) de vergüenza admitir, pero cuando era más piba creía honestamente que yo era machista. Claramente era una idea grabada por la ignorancia, pero en mi ignorancia inocente yo decía en voz alta: yo soy machista. Si bien había muchas cosas de las que no sabía porque no me importaban (como la política, no sé, la economía, el futbol), al hablar de eso, al preguntarme de qué lado estaba, yo decía: no sé porque no sé sobre el tema. Pero tampoco sé por qué no era el caso con el machismo/feminismo, yo decía, en voz alta, aunque me de vergüenza admitir: soy machista. Había visto una de esas horribles que hacen videos horribles en instagram (nunca me gustaron, eh), que había subido un video que decía algo así como ''no quiero sonar feminista, pero yo creo que a las mujeres nos tendrían que pagar más que a los hombres porque tenemos que gastar en maquillaje''. Cuando vi eso pensé: 1. les deberían pagar a los dos por igual 2. no hace falta maquillarse para ser mujer, yo no lo hago. Y por cosas como esas, yo me declaraba machista. Porque me gustaba cocinar y estar en la cocina. Por saber que mi novio me trataba mal y no hacía nada al respecto. Porque prefería hacer las tareas del hogar mientras mi novio jugaba videojuegos. Porque no me gustaban las mujeres que no se depilaban.

Cuando fue la primer marcha #NiUnaMenos yo fui porque sentía la obligación de ir. Sentía que tenía que protestar para que los femicidios paren (aunque en ese momento todavía no entendía por qué le decían así, homicidio y punto), no porque no estaba bien sino porque yo podía ser la siguiente. Fue más como una medida de autoprotección. Fui y no me sentí en mi lugar, alrededor de muchas minas con las axilas peludas y en tetas, tapandose la cara con carteles ofensivos.

Fue así hasta el Encuentro de Mujeres que se celebró en Rosario. Pensé en ir a la marcha por el mismo motivo que la anterior, pero no tenía ganas. No hacía falta. Ya iban muchas. A la noche, empezaron a circular las imágenes: las paredes todas pintadas, con frases horribles como pija violadora a la licuadora, machete al machote. Pensé qué horror! Leí algunos comentarios que decían que eran gente de ultra feminismo no se qué que vino a hacer quilombo. Les di la razón, pero igual, qué feo. Incluso pensé en la frase infame: NO ME REPRESENTA. Qué asco, no. Las caras tapadas, rezan violencia, eso no me representa. Incluso hablé con una amiga al respecto, ella me dijo algo así como ''los derechos de uno terminan donde empiezan los derechos del otro'', claro, si, es cierto. Qué horror.

En los dos días siguientes todo pasó de repente.

Facebook me inundó de comentarios, de HAGANSÉ COJER. A LAS QUE PINTARON HABÍA QUE ABORTARLAS. HAY QUE METERLES COSAS EN LA CONCHA ASI SE DEJAN DE JODER. PUTAS DE MIERDA. ARRUINARON TODAS LAS PAREDES. CLARO PORQUE USTEDES NO PONEN LA PLATA. TODAS SUCIAS, VAYAN A LAVARSE LA CONCHA. Y más. Y más. No lo intenté, pero no podría haber contado la cantidad. Y ahí pasó.
Leer todo eso, hizo que me dieran ganas de salir en tetas y pintar una pared.
Porque la gente que pedía ''respeto'' no lo hacía ''respetando''. Porque eran insultos peores de los que lloraban las paredes. Una frase me hizo dar cuenta de por qué tenía que salir. Las paredes se repintan pero las muertas no reviven. No porque yo podía ser la siguiente. Sino porque hubo una antes, miles antes, y la gente se ofende por las paredes. Y parece algo re simple, pero lo que me enseñó el ''machete al machote'' no me lo había enseñado nadie.

El 7 de marzo le dije a mi vieja (que también es mi jefa): mañana no vengo a trabajar, voy a parar. Mi vieja me dijo entusiasmada: ay, yo también quiero parar! Podés faltar pero si vamos juntas a la marcha. Re divertido, nunca lo había hecho, ir a una marcha. Re revolucionario. Antes me llevó a merendar a un bar caro. Qué divertido, qué lindo día. Nos sacamos una celfi, le sacamos fotos al bar cheto, mirá, licuados en frascos, wow. No sabía lo que iba a venir. Las dos llorando con el discurso, apretadas entre miles de personas. Aplaudiendo, gritando. Agarró un cartel que había en el piso, le saqué una foto, para subirla a su feis. Me leía todos los carteles que venía. Uno le pegó. Uno que decía algo así como ''abrí los ojos por las que ya no pueden''. Parece algo re simple, pero sabía, en mi interior, que a ella tampoco la representaban, y supe, en mi interior, que lo que le enseñó esa frase no se lo había enseñado nadie.

Tenía 19, ahora 20. Soy feminista. Hace más de tres meses que no me depilo, y todavía me da miedo eso, salir peluda. Tengo mucho que aprender. Todavía no me puedo defender en una discusión sobre el tema. Todos van a caer como caí yo? No creo. Tengo esperanza? Si, un poco si. El feminismo va a salvar el mundo? No sé. Voy a ver el cambio? Probablemente no. Voy a seguir marchando? Hasta que se me caigan los pies.