sábado, 9 de octubre de 2021

estoy en una lectura
la primera lectura a la que voy desde que empezó la pandemia
no quiero estar acá
o sea si quiero estar acá
pero también quiero
estar en mi casa
pienso en comprarme un libro
pero pienso en que no lo voy a leer
porque no me gusta leer
paremos un momento
voy a hacer una serie de confesiones:

estoy en una lectura y no quiero estar acá es una

no me gusta leer es otra

nada que ver, pero otra sería me enamoré de un metalero que vive en buenos aires

otra confesión seria que soy muy monotemática
no importa de qué esté hablando
siempre termino hablando del metalero de buenos aires

confieso que estoy en la lectura disociando 
imaginando al metalero sentado al lado mío
con su cabeza en mis rodillas
mientras le toco el pelo
tiene mucho calor, porque sólo se viste de negro y hoy hay mucho sol
y no estoy sola
a diferencia de ahora
en la lectura
muchos me conocen
pero nadie me habla

en realidad, otra confesión
no estoy ''ahora mismo'' en la lectura
estoy en mi casa escribiendo esto
pero aún así 
estoy sola
y muchos me conocen
pero nadie me habla


 Un jueves como cualquier jueves, en pleno otoño y bastante soleado, tuve el placer de conocer a Lucio. Un joven pelirrojo, de San Nicolás, con los pómulos bien marcados por lo esquelética de su cara, chupada, muy parecida a la de Bowie en su etapa de merquero. Lucio me gustaba porque me hacía acordar a Bowie. No le había dado mucha bola al principio, hasta que le vi bien la cara una mañana que se sentó frente mío. La forma en la que miraba para abajo mientras dibujaba, y junto con la poca masa muscular de su cara, parecía que estaba beboteando constantemente. Era de esas caras que te gustaría mirar por siempre. Lo observé por un tiempo, y un mediodía me invitó a su casa a la tarde. A las seis casi en punto llegué al oscuro departamento, apenas entré vi las paredes del living todas dibujadas, como si fuera esas casas en los que los jóvenes van a consumir heroína en las películas de Hollywood. Un sofa-cama, una pequeña mesa con un pequeño televisor, más cosas a las que no le di bola. En la pequeña cocina una pequeña mesa en el centro, donde nos sentamos y tomamos quizás demasiados mates. Y hablamos. Más allá de que cursábamos juntos por hacía casi ya medio año, nunca habíamos hablado, no realmente. Capaz habíamos cruzado alguna palabra, sobre alguna banalidad, pero nunca habíamos mantenido una conversación de verdad. Y ahora estaba en su casa, y todavía no entiendo en qué momento supimos que el otro quería algo, era de esas cosas como en los sueños, que simplemente sabes por la omnisciencia de los sueños. Me preguntó si podía intentar algo, y me besó. A partir de ahí, me empezó a dar mates en clase. Aunque estuviera sentada en la otra punta del salón, siempre se levantaba y me traía uno.

Era una noche lluviosa de otoño, un año después, que después de no saber nada de él por varios meses, me dijo que vaya a su casa. Yo estaba yendo al cine, cuando salí y después de esperar el colectivo quizás demasiado, llegué a las tres y media de la mañana. Esta vez fue en un monoambiente en un primer piso, que según me dijo era de su jefe y estaba cuidando, había una cama de una plaza y un colchón tirado en el suelo, y una película de zombies en el televisor. No me acuerdo como sucedieron los hechos, a veces me gustaría acordarme con más detalle de cómo me besaba. Por ejemplo, no me acuerdo esa noche que lo hiciéramos. Me gustaría acordarme si le agarré el pelo mientras me acariciaba una nalga, acostados en ese colchón de mala muerte, con la luz de la calle enfocándonos como si fuera una obra de teatro. Si me acuerdo que después de coger fue a buscar agua y me tiró un poco encima, y me acuerdo de que nos reímos mucho de esa boludez. Por primera vez entiendo qué se refiere la gente cuando dice que uno nunca sabe cuándo va a ser la última vez que ve a alguien. Si hubiera sabido, quizás le hubiera dicho que me gustaba. Quizás lo hubiera besado un poco más, o más conscientemente. Tantas cosas que no le dije, ¿sabrá él que todavía no lo puedo olvidar? ¿Que me parecía el chico más lindo que alguna vez conocí? ¿que daría lo que fuera por una noche más? Capaz no esperaba que todo se termine así, esa noche. Él si, esa noche, por primera vez, me dijo que era hermosa.

manos de samurai

No hay chance que deje de pensar en lo hermosas que son sus manos, flaquísimas, los dedos tan largos que hasta casi se ven desproporcionados con la palma, y con todo el resto de su brazo. Con sus meñiques y anulares sostiene delicadamente un cubo Rubik mientras lo hace girar con sus pulgares e índices. Pasa varios minutos desarmándolo para después volverlo a armar muchísimo más rápido. Lo resuelve y empieza otra vez. Nunca lo vi en persona, pero cuando lo escucho tocar la guitarra mientras estamos en llamada en Discord puedo imaginármelo perfectamente. Sus finos dedos doblándose en la primera falange, apenas rozando las cuerdas con las puntas puntiagudas, delicadísimamente. Sus manos parecen sacadas de un animé, pertenecientes a un héroe, un samurai, el personaje principal, un joven rudo y misterioso, solitario, pero con un gran corazón, que se niega a amar otra vez, que enfunda una larguísima katana para pelear con demonios salidos de otra dimensión en un templo en el medio del bosque, y luego sentarse a tomar una tacita de té rodeado de todos los cadáveres, apenas balancea la tacita entre sus meñiques, pulgares e índices, de la misma forma que mi metalero sostiene el cubo Rubik. Después de sus manos hay unas muñecas diminutas, las muñecas más pequeñas que alguna vez conocí. Tan pequeñas que las puedo rodear con mi pulgar e índice, las abrazo con mi mano completa mientras con la otra acaricio la palma. Suavemente mis dedos trazan lentamente todo el contorno, dibujan también toda la superficie, acaricio con mis cinco dedos la longitud de cada uno de los suyos, los toco como si estuviera tocando un habano traído directamente desde cuba y yo supiera de habanos. Cuando termino ponemos las manos palma con palma, y él me hace notar lo pequeña que son las mías en comparación con las suyas. Mis pequeñas manos dedos de salchicha. Pero esto no es sobre mis manos, no, es sobre las suyas. Y la forma en la que con su garrita me aprieta los muslos, me los amasa como si fuera un gatito. Estoy tirada en el sillón cruzada con las piernas sobre las suyas, y él me toca desde la cadera hasta los pies, ida y vuelta, con sus manitos perfectas, pero se detiene particularmente en el medio del cuádriceps. Clava sus dedos esqueléticos en la suave carne, la apretuja con fuerza, como si estuviera condimentando un lomo de cuadril para cocinar en la parrilla. Lo va masajeando de un lado para el otro, de arriba para abajo, luego para y da dos últimas compresiones, rápidas, seguidas, rítmicas, sincronizadas con las dos sílabas de una palabra que dice: ‘’tutos’’, que es una palabra que nunca había escuchado hasta ese momento, pero aparentemente según mi búsqueda en Google, así se le refiere a los muslos gordos que a la gente de internet tanto les gusta, especialmente en monas chinas con medias bucaneras apretadas, que hace que se compriman en el elástico. Nunca habría imaginado que me iban a gustar tanto las manos de alguien, cuando le dije por primera vez que me pase fotos de sus manos había sido más que nada en joda, y justamente por eso, nada nunca me había preparado para eso, esas manos, agarrándome del pelo, acariciándomelo como si fuera esos rascadores masajeadores de cabeza, para acercarme y besarme por primera vez.

vos y yo jugando al valorant

vos y yo jugamos al valorant y te pase una fotopata a cambio de que me revivas
en una ronda medio perdida donde no tenia sentido revivirme
mucho menos revivirme a mi, que soy la mala del equipo
pero me reviviste y te pase una fotopata
lo que nos llevo a charlar, y charlar y charlar
de nuestros compañeros de la primaria y de que nos hacían bullying por raritos
y de que no salimos a la calle y de que no nos gusta el mondongo
porque vos y yo somos muy parecidos en cuanto a gustos y disgusto por el mundo exterior
sin mencionar que tenemos las mismas ganas de morirnos pero las mismas ganas de hacer algo con nuestra vida mientras dure
nada mas que vos no te acordas de nada de lo que yo te conté
porque tenes el cerebro totalmente licuado por las drogas
y yo me acuerdo de cada detalle, cada palabra, cada pequeña cosa
y de cada vez que me dijiste que te gustan mis labios
porque yo, a diferencia de vos, no sólo soy una chica bien, de una familia con plata, que se viste como un abuelo con pantalones de vestir y sacos de corderoy
sino que yo estoy enamorada de vos
y no sé como es que llegamos a eso
dado que todo empezó con una fotopata a cambio de revivirme en una partida de valorant
y además porque vos y yo no tenemos nada en común
mas que perpetuar el presente
y nada mas
aunque yo sea la chica bien y vos el metalero destruido por las drogas, aun asi yo no tengo trabajo ni futuro y vos te la vivis estudiando ingeniería
porque aunque vos te quieras morir un poco mas que yo
vos tenes mas planes a futuros que yo
algo que a mi entender
es muy de chico bien
mis viejos siempre dicen
que aunque no estudie ni trabaje
al menos no estoy en la plaza drogándome
y me acuerdo de mis amigues en la secundaria
que no tomaban alcohol ni se drogaban ni salían a la noche ni tenian sexo
y por eso yo no pude experimentar
tambien por eso, cuando viaje 300 kilometros nada mas para conocerte
y vos me llevaste pepa al departamento caro que alquilé en palermo pura y exclusivamente para cogerte
no la tome
porque me dio miedo
porque nunca había tomado
y me senti
una chica bien
chupándole la pija
a un chico mal
me senti
como en esa escena de un viernes de locos
cuando Lindsay Lohan en el cuerpo de Jamie Lee Curtis
va en la Ducati de su crush
un joven despreocupado con una campera de cuero perpetuando el presente
y yo mirándolo
como si mi vida dependiera
de su pelo cayendo suavemente sobre sus hombros
y de sus largos dedos resolviendo un cubo Rubik
yo no se resolver un cubo Rubik
ni se matemáticas
a diferencia de vos
pero si se
a diferencia de vos
que esto que siento es amor
capaz es por tu condición de metalero
por tu condición de ermitaño
por tu condición de depresivo
por tu condición de persona que solo piensa en la pepa que se va a tomar el viernes a la noche sin que nadie le rompa los huevos
que vos no lo sabes
o no lo queres admitir
pero yo te juro, te juro que es amor
aunque vos seas metalero
y yo escuche abba
y vos te vistas sólo de negro, y escuches sólo metal
y eso me parezca super básico
como dijo abba
how dull it seems
yet you're the hero of my dreams